El Ser Humano y sus elementos constitutivos

06.05.2015 00:00

Por I:.P:.H:. Eva Silverio Gallegos

En el conjunto de seres y de cosas que constituyen el universo;  se presenta el Ser Humano como la entidad más completa y más perfecta: La materia viva alcanza en él su mayor grado evolutivo; y es en él donde se manifiesta con caracteres inconfundibles la Conciencia, y donde la sociabilidad marca su ritmo nuevo en la vida Universal.

    

 El ser humano es el único que reúne y unifica las tres modalidades más elevadas de la existencia cósmica: El biológico, el psíquico y el social. Bastan y sobra esa cualidad peculiar, ser triple siendo uno para distinguir al Ser Humano de todos los demás seres y de todas las cosas. Acción física o combinación química, nunca pueden identificarse con actividad mental. Pero todo ello en coordinación perfecta, se realiza en tanto está presente un agente especial, en tanto lo anima, lo unifica, lo armoniza, ese grandioso ritmo de la existencia cósmica que se llama VIDA.

 

Ausente el hálito vivificante,  desaparecido el agente energético, cesan esas acciones físicas y esas combinaciones químicas: la entidad se disuelve de nuevo en el cosmos; la unidad ternaria que constituye al Ser Humano se desintegra y vuelve cada ritmo a su origen, a la fuente de donde procede.

 

En presencia de la desintegración de un ser, que no es otra cosa que la reintegración de cada elemento a su procedencia, se comprende sin otra demostración que la VIDA es cosa distinta acción física y de reacción química. Aprovechar, utilizar, penetrar y sostener no es identificarse, sino antes bien acusar diversidad de esencia, superioridad de esencia. Las acciones físicas y químicas son tan sólo MEDIOS para la manifestación de la VIDA.

 

Dentro de la Unidad de la creación eterna y continuada, parece a primera vista que no debería hablarse de diversidad de esencia entre los distintos fenómenos y seres; pero eso sería olvidar que precisamente el Universo es la Variedad en la Unidad,  y que el Cosmos, lo mismo como Logos que como expresión tangible de sí mismo, como substancia o como materia, marca diversos ritmos que producen modalidades especiales y caracteres específicos en cada átomo, en cada molécula, en cada cuerpo, en cada ser en cada fenómeno en cada momento.

La teoría de la Evolución, no porque proclama la sucesión gradual de las especies, y por ende, la continuidad orgánica, deja de admitir la diversidad de ellas. Las especies son variables pero las especies SON.  Precisamente, cuando una especie varía, cuando se transforma por virtud de la selección natural o de la adaptación al medio, deja de ser lo que Era; surge una NUEVA forma.

 

Pónese así de manifiesto la existencia de categorías de seres, de cosas, de materia, de substancia, sin que por eso quede desvirtuada, sino confirmada,  la Unidad del Plan de Creación incesante y eterna.

 

Y el hombre, ternario por su constitución, ternario por sus manifestaciones, ternario por su esencia, está compuesto por tres modalidades fundamentales, correspondientes a tres ritmos de la evolución cósmica: el carácter biológico, que envuelve y presupone la materia inerte; el psíquico, que a su vez envuelve y presupone el biológico, sin confundirse con él: y el social que a su turno requiere y presupone el psíquico.  La Ciencia de la Educación ha  enunciado esta idea en los siguientes términos: “La Biología como base; la psicología como medio; la Sociología como fin”.

 

El hombre, individualmente considerado, es una entidad transitoria; permanece mientras coexisten coordinados, equilibrados y unificados esos tres ritmos de la existencia cósmica.  Al romperse la coordinación, al perderse,  y cada uno de los elementos que lo constituyen vuelven a su procedencia.

 

El hombre es, pues, un componente finito; pero sus componentes son eternos.